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Cotidianamente nos movemos entre estructuras, ya sea estructuras internas: formas de comportamiento, códigos o creencias predeterminadas, formas de reaccionar ante una situación, etc, como estructuras externas fijas: hacer cada día una misma cosa, repetir una rutina, tener cierto esquema de movimiento diario. Entre lo externo y lo interno formamos nuestra vida, y nos presentamos ante el mundo seguros de que sabemos quienes somos y qué hacemos.
En general así pasa la vida, transcurriendo entre preferir lo conocido (lo seguro) antes que aquello que no sabemos hacia donde nos lleva.
La vida estructurada y segura nos limita la capacidad de explorar todos los potenciales que tenemos como seres físicos y espirituales.
El peor temor humano, su peor fantasma, es perder la seguridad en si mismo, es no saber quién es en realidad. Y para no perderse, se recurre a miles de patrones que estructuran la vida, que “contienen” y me aseguran que existo. Si no tengo esto, mi existencia ¿en qué se sostendría?
Habitualmente repetimos códigos, patrones, vicios de vida que se transforman en hábitos y definen nuestra forma de ser, de relacionarnos con los otros, y de estar en el mundo. Repetirlos lleva a una seguridad interna que muchas veces es insana y hasta causa infelicidad, pero aun así estos patrones se repiten porque ofrecen en una pseudo seguridad psicológica, física, material, etc. que nos dice: “estas aquí, eres así, tienes esto, quieres conseguir aquello...”
Claro que mucho de lo que podemos hacer a diario puede tener sentido, aportar crecimiento y hacernos más felices. Pero mucho de lo que repetimos sin cuestionar, además de que muchas veces no tiene sentido ni aporta al verdadero crecimiento, también nos mantiene en un estado de infelicidad e insanidad.
Hablo de aquellos patrones, códigos internos, vicios recurrentes que a diario, o cada cierto tiempo, repetimos sin detenernos a ver si son sanos o nos dan dicha, o si podríamos cambiarlos por otros, o definitivamente quedarnos sin ellos.
Por supuesto que a menudo mucho de lo que repetimos y que es insano, forma parte de nuestro inconciente. Lo defendemos, lo justificamos, nos aferramos a ello para no cambiar, porque concientemente no nos damos cuenta de que sin ello seriamos más felices.
Así nos encontramos siendo un coctel de ideas y patrones que nos definen la vida y a nosotros mismos. Sabemos que pensamos así, sabemos que tal cosa nos indigna, sabemos que no soportamos ciertos temas, sabemos que tal tipo de persona no es de nuestro agrado, sabemos que la paciencia no es nuestro fuerte, sabemos que este es mi trabajo, o aquella mi profesión, sabemos que tenemos casa, auto e hijos, sabemos que…
Nos definimos, estamos seguros, si, pero también nos limitamos.
Con un poco de aquí, un poco de allá, aparezco. Soy parte del mundo, se quien soy y a donde voy. Me endurezco para presentarme ante el duro mundo físico. Gano un lugar, pero ¿hay algo que pierdo?, ¿hay algo de mí y del mundo que dejo de explorar?
Para explicarme mejor voy a crear un simple y claro ejemplo que puede ocurrirle a cualquiera.
Imaginariamente creemos a un personaje: “Jase”.
Jase se levanta todos los días y realiza su ritual de la mañana. Jase es feliz preparando su café y sus panes con dulce y manteca. Qué dichosa es su mañana al saber que se levanta antes de ir a su trabajo y repite este ritual, que le da placer a sus sentidos más básicos.
Jase sufre de stress, en general es nervioso y ansioso. Sabe que la meditación y yoga en la mañana al levantarse sería una actividad muy saludable para emprender el día con otra energía.
También sabe que para su salud sería muy sano desayunar más liviano, evitar el café y tomarse en su lugar un jugo de naranjas.
Sin embargo continúa repitiendo lo de siempre. Jase tiene una rutina, una viciosa rutina, y al repetirla encuentra un transitorio placer. Encuentra una seguridad de que está “haciendo lo que quiere y lo que elige”.
Profundamente Jase no es feliz, y constantemente se encuentra en una inconformidad del mundo y de la vida. Repetir estos rituales, sin darse cuenta le da sentido a su existencia. ¿Qué haría él si nos los tendría?
Si es infeliz y se siente insatisfecho internamente, tal vez lo externo le de lo que no encuentra adentro.
Y así repite al levantarse: comer abundante, llenar el estomago, tapar las angustias y continuar. Se va al trabajo y allí también tiene sus códigos en los que se mueve: Entre el mal humor, ansiedad y nerviosismo realiza sus rutinas, que hace porque las tiene que hacer.
Jase está eligiendo vivir entre patrones que lo hacen infeliz. ¿Por qué? ¿Por qué un día no se levanta y realiza un ejercicio de meditación y desayuna más liviano? ¿Por qué un día no evalúa su carácter que tanto mal le hace a su salud y su entorno? ¿Por qué no prueba está posibilidad?
Jase cree que elige, cree que hace lo que quiere, cuando en realidad está tomado por patrones que en realidad nunca eligió. Se construyó entre actos inconcientes que hoy lo rigidizan y enferman.
Requeriría de mucho esfuerzo conciente cambiar y tomar una nueva decisión de vida. Requeriría una autoevaluación interna, un trabajo de amor y cuidado hacia si mismo.
Su voluntad es débil, y él deja que su voluntad lo tome. Su miedo es fuerte, y no le permite vislumbrar un camino diferente: No se anima a ver qué sucedería si suelta esos patrones y realiza algo nuevo.
Se mantiene en una comodidad del no esfuerzo, y a la vez su sentimiento de inconformidad, le despierta una inconciente fuerza autodestructiva. Cuidarse significaría vivir, y vivir para él muchas veces es un problema…
Todos en algún aspecto vivimos en códigos y creencias. Este ejemplo de Jase es una forma de plasmar lo que en mayor o menor medida está sucediendo con nuestra forma de vivir. Estos códigos que repetimos por supuesto no sólo son alimentarios. En este caso aparece en lo alimentario, pero en realidad no es más que una consecuencia de un estado interior: pasividad, autodestrucción y desinterés por vivir.
Estos códigos o vicios repetitivos a veces aparecen en el tener ciertas actitudes, cierto carácter repetitivo como ser impulsivo, caer rápidamente en el sentirse victima o en la negatividad, en la resignación, en la conformidad, en el mal humor, etc. Aparecen con frecuencia como síntomas en el cuerpo físico, pero insisto, tienen raíz en un estado interior, así como también aparecen en el repetir una infeliz rutina como continuar en un trabajo que no disfruto, o sostener una relación insana, o apego hacia lo material o hacia personas o actitudes que me hacen daño.
Cada uno puede sentirse identificado en aquello que continúa sosteniendo a pesar del daño interior que puede sentir. Una profunda visión interna nos puede ayudar a descubrir la verdad al respecto de cada uno de nosotros.
Tristemente en la profundidad, muchas veces vivir infeliz es un castigo hacia si mismo. Es una forma de manifestar un dolor de estar vivo y de negar la vida.
La vida no se hará más corta si me niego a ver lo que hay para aprender. La vida no se hará más fácil si repito sin pensar y sentir qué es lo mejor para mi y para los que me rodean.
En realidad no es más que un engaño a mi mismo, y esto no hace más que detenerme en mi crecimiento y determinar cómo vivo mis días.
He elegido la vida, y es un premio, no un castigo.
La invitación es a una reflexión interna de cómo estoy viviendo mi vida.
Observar mi rutina, mi ritmo interno, mis actos de forma conciente. Conocer los patrones de desgano, de destrucción, de sabotaje, de comodidad, que comandan mi existencia, limitan mi capacidad como ser Espiritual y no me permiten vivir la verdadera vida. Una vida repleta de bendiciones, que no es esfuerzo, que fluye en la espontaneidad de lo inesperado. Sólo una visión limitada de ella, hace pensar que hay algo que temer. Si no suelto, si por un instante no dejo un espacio para nuevas historias, seguiré transitando sobre las huellas del camino de siempre.
Quien trasciende la tierra conocida, los paisajes de siempre, encontrará horizontes que jamás imaginó conocer.
No hace falta cambiar todo de un día para el otro, pero se puede comenzar con pequeños detalles que comenzarán a abrir un nuevo camino. Despertar y hacer en la mañana algo que cotidianamente no hago, darle lugar a la creatividad, a lo inesperado que surge de romper los hábitos que “normalmente” repetimos. Es preguntarnos ¿Qué pasaría si hoy no hago esto y hago otra cosa?; ¿Qué pasaría si en vez de actuar impulsivamente como siempre lo hago, hoy respiro y siento cada acto como una meditación, y luego actúo?
¿Qué pasaría si en vez de frustrarme y negarme ante un problema, lo abordo con optimismo y creatividad?
¿Qué pasaría si soy feliz?
Puede que la pseudo seguridad desaparezca, pero en su lugar descubrirá un sentimiento, un estado interior que pocas veces sintió: Aparecerá la verdadera dicha que no está enmarcada en ninguna situación, sino que está viva, respira junto a mi. Esto es lo más seguro que tenemos.
Si habitualmente soy negativo ante los problemas ¿qué pasaría si hoy tengo una actitud distinta? ¿Puedo? Más aun ¿quiero tener una actitud distinta? ¿O en este lugar de no cambio me encuentro con mi pequeña felicidad de que no tengo que hacer demasiado esfuerzo?
Lamentablemente ya desde pequeños, nos han educado a repetir. Y el repetir tenía sus premios y sus privilegios sociales. Y ahora siendo adultos ¿ante quién estamos rindiendo nuestra vida?
No hay un ser social que me felicitará por repetir sin cuestionarme. Ni hay algo de mí que tiene un beneficio por autoengañarme o autodestruirme.
Soy yo con mis decisiones quien pasa de ser alumno a ser maestro de si mismo.
Es mi Ser Espiritual interno quien necesita espacio creativo para existir.
La vida no es mecánica, el ser humano no es un ser mecánico. La vida es impredecible. Aunque luchemos por medirla, cuantificarla, detener la vejez, enfermedades, muertes, la vida constantemente nos recuerda que no hay planes ni estabilidad que se pueda firmar, que se pueda comprar.
Mañana no existe, hoy es el momento de ser auténticos y animarnos a romper los códigos, creencias y vicios de vida que repetimos, nos hacen nfelices y detienen lo que verdaderamente somos.
Autora: Nancy Ortiz
Creadora del curso "Los Niños de Hoy"
www.caminosalser.com/nancyortiz
Editora de www.caminosalser.com
Edicion y correcciones: Sebastián Alberoni - www.caminosalser.com
- el inestimable
03-02-2011 05:30hs - país: España
Me llega personalmente,lo reconozco.Ni la vida es mecanica,ni el ser humano y por ello-deambulo por la web.Tampoco es artificial-como una -flor de plastico-que se puede escoger a gusto...Tiene su belleza,la vida y el ser humano en la totalidad de su naturaleza como la rosa que es con sus espinas-el rosal-CON TODOS LOS RESPETOS,tambien esta el vicio de recurrir a algo que se podria definir suavemente a-deshojar la margarita-hasta que con seguridad siempre sale BIEN....GRACIAS POR PERMITIRME SOLTAR E INCLUSO DISCERNIR...
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