(Por Anna Aguilar, escrito especial para Caminos al Ser. Muchas gracias Anna!)
Desperté apenas amanecía, con el primer esbozo de claridad que se trepó a mi balcón, y aún así había sido una noche larga. Los ecos de las balas que habían llovido sobre mi ego, las imágenes difusas de las cadenas del pasado y ese olor fresco a decepción... se mezclaban y daban vida a un solo fantasma que se sentaba al mismo tiempo que yo en el desorden revuelto de mi cama. Lo contemplé como se puede contemplar al desastre después de un huracán, rendida. Y entonces fui por ella. La busqué por las habitaciones, atravesando pilas de ropa de batalla y tazas vacías de té que resultaron no ser mágicas. Aparté de mi camino los escombros de lo que había sido mi zona de confort, la cueva donde me había escondido desde mi infancia, observando cómo todavía echaban humo los miedos que habían sido sus andamios. La casa era un caos, como lo era la vida, como lo era mi alma.
Y allí la encontré, de pronto parada frente a mí, con los ojos nublados y desconfianza en sus pupilas, con la frente vencida y los labios secos por tantas palabras que no fueron oídas. Nos miramos en silencio, con una comprensión tan vasta como el océano. Pude advertir cómo la tormenta también había desordenado su pelo, y cómo su suspiro era una bandera blanca de rendición. Entonces sentí un deseo irrefrenable de romper el silencio, le sostuve la mirada y las palabras brotaron como si dentro mío existiera un manantial que desconocía. Y le dije...:
"Lo siento, lo siento mucho... Lamento que te hayas sentido sola y triste a través del tiempo. Que te encontraras perdida como si los días fueran un laberinto rebelde y que la desesperación te venciera al no hallar la salida. Lamento tantos sentimientos guardados, que echaron raíces tan fuertes que sólo fueron capaces de encadenarte. Que hayas creído que tenías que luchar por el amor de los demás, como si fuera una medalla que tenías que merecer... y como castigo por no merecerla, escapar del abandono. Lamento profundamente esa pena latente de la niña que veo en tus ojos, esa esperanza perdida y el deseo vencido de que todo hubiera sido diferente. Lo siento. Que extrañaras, que añoraras, que necesitaras. Que te escondieras detrás del enojo y la rabia para saberte más fuerte. Que tus sueños se hayan desvanecido bajo tu frustrada mirada, como polvo que vuelve al polvo y que nunca será nada. Lo siento mucho...
Perdón, por favor perdóname. Perdón no haberte oído, por no haberte creído. Por ignorar que existías cada vez que tu voz intentaba hablarme. Perdón por no haber cuidado tu corazón, por no haber sanado tus heridas. Por haber dejado que otros te hirieran. Por no defenderte. Por empujarte tantas veces a caminos llenos de piedras y no haberte tendido mi mano cuando tropezaste. Perdón por no respetar tus deseos más profundos, por transgredir algunas veces tus valores con tontas excusas. Por ponerme tus límites en el bolsillo y forzarte a escenarios que te dañaron. Perdón por alimentar tus miedos, en vez de abrazarte fuerte y decirte que todo iba a estar bien. Por archivar lo que soñabas en el cajón del conformismo, y no haber tenido el valor de hacer realidad tus anhelos. Por hacerte perder tantos cielos de estrellas y darte a cambio tantas mañanas grises. Por favor, perdóname...
Gracias. Infinitas gracias. Por estar parada hoy frente a mí y aceptar mis palabras. Porque me enseñaste mucho sobre el amor, porque me ayudaste a encontrarlo. Porque descubriste mi fuerza, un coraje de guerrera del que no sabía que era dueña. Porque tus manos apilaron mis miedos convirtiéndolos en un bastón con el que allanar mi camino. Porque al fin estoy aprendiendo a leer mi instinto gracias a esa voz tuya, tan sabia, que estoy dejando que llegue a mis oídos. Gracias por recordarme nuestros sueños, por revelarme mi poder para ir por ellos. Por descifrar en cada instante simple la plenitud, en cada risa la magia, en cada error la oportunidad. Porque supiste mantener encendida nuestra chispa que fue mi guía en las penumbras. Porque me das hoy la claridad para ver que sólo tengo el ahora, pero que ese ahora es tan inmenso que nunca termina. Porque me das la llave para abrir las pesadas puertas que me separaban de mi verdadero ser, el valor para aceptar mis partes oscuras y la dicha de reconocer mi luz interior. Gracias, infinitas gracias...
Te amo. Te amo y siento este amor emanar desde lo más profundo de mi alma. Te amo porque eres bella con tus flores y tus espinas, con tus soles y tus tormentas, con tus sueños y tus mochilas. Te amo porque tus ojos me hacen brillar, porque me das valor con tu mirada de acero y porque me apruebas cada vez que sonrío. Te amo porque te admiro, porque te acepto y porque siempre es el momento de darnos la mano. Te amo porque amo tus sueños, el camino que intentas recorrer y la forma en que aprendes a hacerlo. Amo la energía con la que te levantas de cada caída, te sacudes el polvo y pones la frente en alto. Amo el ímpetu de no resignarte, aunque a veces tengas que rendirte. Amo que no pierdas de vista el encanto que tiene la vida, aunque a veces sus calles sean áridas y sus cielos tempestuosos. Te amo porque estamos juntas, y porque eres infinita."
A mis palabras siguió un silencio expectante, rebosante de esa paz que se siente cuando las palabras fueron exactas y perfectas para hacer fluir un río atascado. La miré una vez más a los ojos, esperando su reacción, adentrándome en su mundo que también era el mío. Ella sonrió con la mirada y sus pupilas se inundaron de brillo. Las dos suspiramos, aliviadas por habernos encontrado, y entonces le tendí mi mano. Nada era más importante esa mañana, ni el huracán ni el fantasma sentado en mi cama, ni las evidencias de las batallas desparramadas en cada habitación de la casa. Todo sería como aquellos peldaños que dejamos atrás cuando subimos una escalera, necesarios para dar el próximo paso, pero nunca eternos si sabemos hacia dónde vamos. Ella imitó mi gesto, y nuestras manos se juntaron en el espejo en perfecta sincronía, sintonizando una misma frecuencia, las dos con el cabello revuelto y una nueva certeza dibujada en los labios. Allí estaba yo, parada frente al espejo de mi cuarto de baño, y frente a mí el reflejo de mi imagen, que traía en los ojos la niña que fui y que había perdido en algún rincón de mi alma. Ya no volvería a soltarle la mano.
Autora: Anna Aguilar en exclusivo para Caminos al Ser
Hace unos años Anna fue Cursante del Curso Online Camino Espiritual Integrado, hoy se dedica a escribir.
Sitio Web de Anna: www.almasinquietas.net
Imágen: pixabay.com
- Perla Abrams
17-02-2019 07:05hs - país: Argentina
Gracias Ana Aguilar x compartír tu escritura .....
pero ... fue tan largo el leer, tratanto de entender a quien le estaba hablando que tuve que leer el final ........... y allí se calmó mi mente y encontré la belleza. Me agradezco por no haberlo descartado demasiado pronto ...........
Encuentro que al escribir, lo corto y sencillo es 2 veces bueno ...
Con agradecimiento por tu expreción tan valiosa del Hooponopono! - Almas Inquietas
14-02-2019 17:39hs - país: Argentina
Laura y Maricel... gracias a ustedes por sus comentarios y me alegra mucho que estas palabras resuenen en su interior... aunque con diferentes experiencias muchos compartimos los mismos aprendizajes. Laura, creo que no es necesario sentir culpa para pedirnos perdón a nosotros mismos. Y es muy sano no sentir culpa, creo que la culpa es uno de los sentimientos más autodestructivos que hay. Se trata de asumir la responsabilidad que como dueños de nuestro camino tenemos al muchas veces arrojarnos a situaciones que nos hieren, alejándonos de nuestro ser interior y de esa sabiduría profunda que siempre está presente, aunque en esos momentos fuera todo lo que podíamos hacer. Al igual que cuando herimos a alguien más, quizás en esa oportunidad no pudimos hacer otra cosa, pero hoy vemos el panorama más amplio, con una nueva sabiduría, y también es muy liberador poder pedir perdón. Por eso prefiero hablar de responsabilidad y no de culpa. Con respecto a perdonar a otra persona, es un proceso en el que hay que tenerse mucha paciencia, que puede requerir de tiempo y de desarrollar mucha comprensión hacia uno mismo y hacia los demás. Aceptar nuestras emociones aunque nos parezcan negativas, dejarlas fluir, expresarlas hasta que nos vaciemos de ellas, y ese vacío haga lugar a la comprensión del otro como un ser que también hizo cuanto pudo, que es responsable de sus actos pero a quien elegimos ya no cargar con culpas. Cada alma tiene sus propios procesos y tiempos, y sobre todo la libertad de elegir las herramientas que sienta más afines para su crecimiento. Un gran abrazo a todos los integrantes de Caminos al Ser ! - Laura alejandra Aller
13-02-2019 10:35hs - país: Argentina
Increíble que estos sentimientos, que estas palabras de las entrañas, pertenezcan a mas de una persona (ahora creo que somos muchos los que sentimos dolor al crecer y aun cargamos muchas veces con él) Gracias!! por que sentí, que mi espejo eras vos, devolviendome con amor el reconocimiento de "lo siento, perdón, gracias, te amo!" cada palabra era perfecta.... aunque sigo sin entender o sentir, mucho lo del perdón, por que me sale decir "perdón por que?, si solo hacia lo que podía, con lo que no tenía o me heria, no me siento culpable y "SI" aun no puedo perdonar del todo a quien lo hizo, aun sabiendo que también hizo lo que pudo... hablo con sinceridad y GRATITUD a lo que compartiste.- - Maricel Doucede
12-02-2019 16:23hs - país: Argentina
Muy movilizante! Inmensa emoción! Gracias!
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