NOTICIAS DE LA ASCENSIÓN, por Hortensia Galvis
La energía vital, que anima a un hombre, es como una pila interna. Si esa pila está cargada hasta el tope, nuestro estado de conciencia será “de Luz”. Cuando la pila está la mitad gastada, estaremos en “estado de penumbra”. Y si la pila se agotó, nos encontraremos anímicamente en una “zona de oscuridad”.
Cuando estamos “en la Luz”, nuestro sistema inmunológico está alto, y no enfermamos. Nos sentimos bien internamente y por ello, sin importar lo que suceda exteriormente, siempre estaremos dispuestos a ver el lado bueno de las cosas. Quien está “en la Luz”, desde lo interno crea su realidad externa, porque sus pensamientos son coherentes y por ello muy poderosos. Además, si están afinados en el amor, atraerán todo lo positivo y bello que hay en la vida.
Si después de estabilizarnos en el “estado de Luz”, logramos acumular un excedente más de energía, tendremos el impulso requerido para saltar hacia una octava superior, considerando el rango de las frecuencias energéticas. A este salto dimensional le llamamos “Ascensión”. En el mundo cuántico se ha observado algo semejante: normalmente los electrones rotan en torno al átomo, y conservan una misma órbita; pero si un electrón absorbe energía, puede saltar a una órbita superior; y si libera energía puede caer a una inferior.
Sin embargo, dar un “salto cuántico” no es del todo fácil, porque la mayoría de los seres humanos vivimos calibrados en el “estado de penumbra”. Este se caracteriza por muchos altibajos: a veces hay optimismo, y a veces depresión. Los pensamientos en este nivel son contradictorios y por ello carecen de poder creativo. Emocionalmente, quienes permanecen en estado de penumbra, son inestables y se dejan contagiar y manipular por el miedo y la agresividad de quienes los rodean.
Cuando la energía vital desciende hasta la zona de oscuridad, nuestro sistema inmune también cae y posiblemente enfermaremos. Desde el pensamiento negativo nos ponemos un lente que solo permite observar el lado malo de las cosas. Experimentamos conflictos en las relaciones, lucha por la subsistencia, y posiblemente: rechazo, tristeza, pobreza y estados depresivos. Si permitimos que la energía llegue hasta el punto de agotamiento, el grado de infelicidad puede llegar a ser tan crítico, que nos conduzca hasta el suicidio.
Mantener la energía vital alta debería ser entonces la prioridad de todo ser humano. Si realmente somos consecuentes en amarnos y apoyarnos a nosotros mismos, deberíamos convertirnos en los “guardianes de nuestra propia frecuencia energética”. Para esto es importante saber la forma de impedir que nuestro nivel de energía vital descienda, y cuáles técnicas podemos emplear para incrementar la energía, cuando nos encontremos “en la penumbra”, o “en la oscuridad”.
Existen varias formas efectivas de subir nuestro nivel de energía. Entre ellas citamos las siguientes:
1) Pensar, sentir y actuar desde el amor.
2) Dormir y tomarnos el tiempo de descanso adecuado para la recuperación mental.
3) La Meditación.
4) Contacto conciente con la naturaleza, o visualizaciones que llevan la mente a descansar en la contemplación de la naturaleza.
5) Relajación.
6) La oración, no como acto de pedir que cambien las cosas, sino como acercamiento a Dios.
7) La gratitud.- Gozar de lo que tienes es el mejor acto de agradecimiento.
8) El ejercicio.- Genera endorfinas y quema adrenalina. Pone a circular la energía. Sin embargo, el exceso de ejercicio baja la energía vital.
9) Cantar y bailar, pero estas dos actividades no deben ir asociadas con el trasnocho y el alcohol.
10) Lecturas, y películas que nos enfoquen en la armonía y el amor universal.
11) Escuchar música relajante y armónica.
12) Hacer aquello que yo más disfruto, sea: pintar, cuidar el jardín, patinar, o tocar un instrumento musical.
13) La relación sexual armónica. Con el orgasmo la energía sexual se expande a todo el cuerpo y carga la pila, no solo a nivel físico sino también emocional y mental.
Como complemento a lo anterior, hay que tener en cuenta que existe una ley universal llamada la “Ley de los Vasos Comunicantes”, que regula la energía colectiva. Según esta: “Cuando se juntan varias personas con distintos niveles de energía vital, la que tiene más, le da a la que tiene menos”. Este es un proceso automático con el que debemos contar, y no un acto de vampirismo energético. Muchos acostumbran el uso de amuletos, o técnicas de protección, pero en la realidad este intercambio de energía no puede evitarse. Un individuo solo tiene dos opciones: no asistir a lugares donde se congreguen personas en estado anímico de “penumbra, u “oscuridad”; o hacerse maestro en el arte de recuperar la energía cuando sus niveles caigan.
Por eso es natural que salgamos con la energía agotada, si visitamos lugares donde haya seres humanos con la energía baja, como en entierros, visitas al cementerio, a los enfermos, o a los hospitales. También arriesgamos a drenar nuestra energía vital cuando participamos en eventos que congreguen multitudes, como en: discotecas, fiestas, cines, clubes, espectáculos, o aún en las iglesias, a donde por lo regular asisten individuos que internamente están mal, para pedir que su situación cambie.
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