Y el fin de toda nuestra exploración
será llegar a donde empezamos,
y conocer por primera vez el lugar." T.S. Eliot
![](/img/ver_img.jpg)
por Laura Foletto - www.abrazarlavida.com.ar
Una consultante habla fuertísimo mientras se queja de que sus hijos ya no la escuchan. Le hago notar su tono de voz y le pregunto por qué necesita gritar. Me contesta que en su casa se comunicaban así y le consulto si escuchaba a sus padres. “No, llegó un punto que me hartó tanta agresión y no los atendí más”. “Bueno, ahí tienes tu respuesta”, le comento. Se ríe y me dice que, además, cree que si habla más bajo nadie le prestará atención, que uno debe hacerse notar en la vida, “ser ruidosa”. Le respondo: “Puede ser, pero el tema es la razón por la que se te escuchará. ¿Quieres que sea solo por una causa superficial o por una profunda, interna, porque dices algo que es importante?”. Se quedó pensando…
Vivimos en la dualidad. O nos vamos a un extremo o nos vamos al otro pero no podemos percibirnos en la escala completa. Lo que no aceptamos lo ponemos afuera: el otro es todo lo malo (o bueno) que no discernimos. Esa proyección nos limita, nos empobrece, nos aísla.
“Elegimos” una polaridad y la llenamos de razones por las cuales es buena, correcta, beneficiosa y, por supuesto, acusamos a la contraria de lo malo. Así, nos dividimos y creamos una guerra contra nosotros mismos y el mundo, en la que todos salimos perdiendo. El problema es que ese recurso no hace desaparecer la polaridad que no queremos aceptar. Al contrario, lo que está siendo desconocido presiona más y más para surgir y hace que exageremos lo otro para compensarlo. Un círculo vicioso que termina mal…
Esto también es cierto para las cualidades y defectos. En el fondo, un rasgo negativo es una cualidad llevada a un extremo. A menudo, les digo a mis consultantes que eso que tanto les molesta es solo una cuestión de grado: si lo bajaran, transmutaría en placer. Una extrema sensibilidad, que puede convertirse en un suplicio si se exagera y victimiza, también puede ser una fuente de exquisito deleite y satisfacción.
Cuando no lo comprendemos por nosotros mismos, atraemos inconscientemente a otros para que nos lo muestren. Personas “buenas” terminan siendo “atacadas” por “malos”. Como los primeros no pueden reconocer sus partes negativas, polarizan sus equilibrios, porque de eso se trata en el fondo. El Universo es armonía, equilibrio. Si no lo encontramos dentro de nosotros, lo hallaremos afuera. En este caso, obviamente, no se trata de volverse “malos” sino de aprender a poner límites, por ejemplo.
La ira descontrolada puede ser canalizada en actividad enérgica, en iniciativa potente hacia un fin elegido, en autopreservación consciente, en cualquier objetivo que implique un uso positivo y regulado de esa fuerza. Caemos en la victimización de los opuestos porque hemos perdido conexión con la enorme riqueza que albergamos, con la gran variedad de posibilidades que es parte intrínseca de quiénes somos.
Aprender a aceptarnos en todo ese fascinante arco de alternativas nos enriquece y potencia. Algunas facultades deben ser atenuadas y algunas aumentadas, otras son maravillosas en sí mismas, cualquiera nos muestra como humanos divinos, como seres creativos y cambiantes, llenos de la chispa del Espíritu. Seamos protagonistas conscientes del fluir armonioso de la vida.
Autora: Laura Foletto
Sitio Web: www.abrazarlavida.com.ar
![](/contenidos/img/directorio/sebastian-alberoni.jpg)
Meditación, Retiros Espirituales, Meditación de la Conciencia Pura, Ho'Oponopono, Camino Espiritual Integrado, Meditación So Ham, Sesiones Individuales... ver más