NOTICIAS DE LA ASCENSIÓN, por Hortensia Galvis
LA MEDITACIÓN
Puedes imaginar lo que sería para ti no tener preocupaciones, ni sufrir de ansiedad, y en cambio vivir en un estado permanente de gozo, paz, seguridad y armonía? Eso es exactamente lo que logras cuando tu mente deja de juzgar, de reaccionar a favor o en contra de la visión que el mundo te presenta. Pero controlar el pensamiento no es algo que nazca espontáneamente a partir del deseo. Una mente, dirigida rectamente, es el fruto apetecido del trabajo diario, paciente y perseverante en la quietud del contacto interno. A esta práctica la llamamos meditación.
Cuando meditas, tu mente no viaja a ninguna parte, solo permanece donde está el cuerpo físico y lo observa sin involucrarse. Siendo tu cuerpo un holograma perfecto del universo, las experiencias de unión con la totalidad solo tienen la posibilidad de ocurrir a partir de las conexiones que existen allí, dentro de tu propio organismo. Con la mirada interna te abres a la experiencia mística del contacto con los mundos de luz y en el silencio descubrirás que el reino del amor vive en tus células. Con las frecuentes inmersiones a las profundidades de tu propio ser vas construyendo el capullo, para que algún día vueles libre como mariposa. Porque la meditación te prepara para alcanzar ese estado de conciencia plena y horizonte abierto que llamamos ascensión.
Cuando hay perseverancia en la meditación, tu frecuencia vibratoria sube, la química de tu cuerpo cambia y esto produce transformaciones a niveles sutiles. Poco a poco ese estado de paz, armonía y felicidad, que sientes en la quietud meditativa, comienza a filtrarse hacia tu vida activa, añadiendo más color y profundidad a tus experiencias.
¿Es posible alcanzar el estado del “no pensamiento”? preguntan algunos. Si durante la meditación pretendiéramos parar el vagabundeo del pensamiento directamente, la ley de la polaridad nos lanzaría sin remedio hacia el extremo opuesto. El resultado obtenido sería una mente obsesiva, enganchada en procesos mentales interminables.
La sabiduría del cuerpo nos muestra que, si pretendemos dar un salto hacia arriba, el primer impulso debe tomarse hacia abajo. Igual hacemos en este caso. Para silenciar la mente vamos primero a su área de actividad y tomamos de allí un pequeño ingrediente verbal. Escogemos una palabra de poder, que en lenguaje técnico llamamos mantram. También es posible meditar usando como mantram el ritmo respiratorio consciente.
El uso de un mantram tiene, además, otro propósito fundamental en la meditación. Normalmente estamos centrados en lo que ofrece el mundo exterior. Para esta actividad domina el hemisferio cerebral izquierdo, que está a cargo del lenguaje hablado, la lógica, y las capacidades analíticas. Pero la experiencia de totalidad solo puede ser otorgada por las habilidades que rigen desde nuestro hemisferio cerebral derecho. Necesitamos de la facultad de síntesis y del desarrollo de posibilidades no verbales, como la visualización. La acción repetitiva del mantram aburre a la mente lógica y nos saca de sus dominios. Pasa entonces el mando al hemisferio derecho del cerebro, y con este empalme queda abierto el camino para la trascendencia.
Práctica de la Meditación
Para que la meditación sea efectiva debe hacerse todos los días, en lo posible dos veces por día en la mañana y en la tarde (o noche). Debes fijar una hora y un lugar, que ojalá sean los mismos, porque es necesario crear el hábito. El lugar debe ser un sitio donde nadie interrumpa, ni suene el teléfono. El tiempo mínimo de inversión en cada experiencia meditativa es de 20 minutos. Hay una última indicación: no trates de meditar después de haber comido.
Siéntate en una silla que no sea blanda. Los talones de los pies deben estar juntos, las puntas de los pies y las rodillas separadas. Colocas las manos, con las palmas hacia arriba, apoyadas sobre los muslos. La columna vertebral recta y firme. La punta de la lengua en contacto con el paladar. Con los ojos cerrados diriges la mirada hacia un punto central en la frente, un par de centímetros arriba de tus cejas (tu tercer ojo). Y centras tu cuerpo sintiendo desde el corazón.
En tus propias palabras pides la protección y guía de tus ángeles y de los maestros espirituales a quienes corresponda darte asistencia. Luego, en silencio, tomas tres respiraciones profundas, con la intención consciente de que tu cuerpo físico, tus emociones y tu mente se relajen. Inicias cada respiración con una inhalación, contando hasta 8 para completarla. Luego haces una pequeña retención del aliento que dura mientras cuentas hasta tres. Nuevamente cuentas hasta 8 para exhalar y hasta tres para retener los pulmones sin aire, antes de comenzar con la siguiente respiración.
Como mantram puedes escoger uno de estos sonidos: So Ham (pronunciado So Jam), o Brong. Tomar el mantram significa decir la palabra en silencio, y luego observar como el sonido se va desvaneciendo hasta desaparecer en el vacío. O vigilar mentalmente la respiración, ahora inhalo, ahora exhalo. Inhalas y exhalas siguiendo la entrada y salida del aire con tu conciencia en alerta. Una vez tras otra repites el mantram escogido, mientras tu mente observa como se esfuma y vuelve a surgir.
Notarás que, en la medida en que la respiración se hace naturalmente más reposada, se incrementan los fugaces momentos en los que permaneces en el vacío del no pensamiento. Si te distraes pensando en otras cosas (lo que es muy probable que ocurra) gentilmente vuelves a enfocar tu mente en el mantram, y observas plácidamente y sin ningún propósito las sutilezas de cada instante. Completas 20 minutos de esta práctica y te integras a tus quehaceres con dos respiraciones profundas.
Fuente: www.de2haz1.com
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